domingo, 1 de febrero de 2015

La gracia de la Unión Sacerdotal







La gracia de la «Unión sacerdotal universal».


 


El padre Pablo en el fondo de su corazón sentía que no bastaba con ser él un Adorador, ni con que llegaran a ser muchas las religiosas y seglares de la Congregación de las Misioneras Eucarísticas de la Santísima Trinidad (Messt) fundada por él, ni que éstas se extendieran por todo el mundo, para llenar sus ansias de formar para el Padre una humanidad adoradora, que glorificara con su palabra y vida al Padre de los cielos que nos creó, al Hijo que nos redimió y vino a enseñarnos como ser adoradores, y al Espíritu Santo que nos va iluminando, impulsando y sosteniendo.


 


Fue en Madrid, el 12 de diciembre de 1950, estando en adoración en el Monasterio del Verbo Encarnado, cuando recibe la gracia que cierra el círculo de gracias sobre los adoradores del Padre, y con ella recibe también la forma de realizar aquello que él traía en el corazón desde 1920 y que creía había interpretado y realizado al fundar la congregación Messt.


 


Al recibir esta nueva gracia «ve» claramente que el gran medio de glorificación para el Divino Padre, y la Trinidad Santísima y de ofrecerle una humanidad adoradora está en el Santo Sacrificio de la Misa y que Dios lo llama a fundar una Unión Sacerdotal Universal, de adoradores del Padre.


 


Se siente llamado y enviado por Jesús a reunir a todos los Sacerdotes del mundo en un Movimiento espiritual, en el cual sin dejar sus congregaciones o diócesis, trabajos y responsabilidades pastorales que cada uno tenga, profundicen el mensaje y se conviertan en Adoradores del Padre en Espíritu y en Verdad, que después formen, en cada uno de sus fieles, conocidos, amigos, etc., otros Adoradores del Padre que en la Santa Misa, unidos a Jesús y en Él, ofrezcan toda gloria y atraigan toda gracia.


 


Durante tres años, orará, planeará la organización, hará esquemas del contenido de la formación, etc., y el 8 de diciembre de 1952, estando en Puebla, Pue., en ejercicios espirituales, cree llegada la hora, y escribe a su Superior General pidiendo permiso para dedicarse a la fundación y formación de la Unión Sacerdotal Universal, para lo cual buscaría obtener el permiso del Papa y el nombramiento como “Predicador Apostólico” para viajar por todo el mundo dando a conocer la Obra y entusiasmando a todos los Sacerdotes.


 


Es muy consciente de su pequeñez e incapacidad humana, pero sabe y confía plenamente en la fuerza de la Santa Misa y de su sacerdocio y sobre todo, en que Jesús lo está pidiendo.


 


El 8 de enero de 1953, exactamente un mes después, le llega la respuesta, inesperada: Sin ningún comentario a su petición, le ordenan presentarse en México para viajar a Lima Perú porque ha sido nombrado como Director Espiritual del Seminario Interdiocesano de Santo Toribio.


 


Sin una protesta, sin un reclamo, sin pedir una explicación, parte para Lima y allá permanecerá 6 años, 1953-1958, en heroica obediencia; sin perder la ilusión y la esperanza de realizar un día la Unión Sacerdotal Universal. 6 años en que silenciosamente vivirá formando en los seminaristas de Perú de esos tiempos, adoradores del Padre. Durante este tiempo, en más de una vez intentará obtener el permiso de su Congregación sin lograrlo.


 


El 31 diciembre de 1958 vuelve a México de vacaciones, pero dolorosas circunstancias  de la Congregación Messt, ajenas a su voluntad le harán permanecer en México y no volver a Perú.


 


Triturado por los sufrimientos, en una oscura y larga noche de dolor, clavado en la cruz de los acontecimientos en los que se ve envuelto, su salud se deterioró y escasos 6 años después un doloroso cáncer lo invade, y muere en olor de santidad el 17 de febrero 1967, en la ciudad de México, D. F. sin perder ni la ilusión ni la seguridad de que la misión que Jesús le confiara sobre la Unión Sacerdotal Universal, un día se realizará… cuando Jesús suscite un Sacerdote que la realice.


 


Mientras llega ese día repetimos con él «No sé cómo será, pero sé que será y que Dios lo hará».


 

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